miércoles, enero 14, 2009

CRÓNICA DE UN RESCATE CANINO.

Hoy ha sido un día feliz y divertido aunque cuando empezámos nuestra ascensión, desde el fondo del Valle de Aísa, el cielo estaba gris y nevaba débilmente. Pedro Expósito, un destacado escalador de "ocho miles", nos conduce a Pepe Callau y a mi hacia la cumbre del Rigüelo, 2.356 mts, un esbelto pitón calcáreo que presenta por el oeste unos vertiginosos plegamientos. Buscaremos en la cara este un corredor más factible.La nieve esta helada, muy dura, los crampones muerden con seguridad. Pedro sube con bastones demostrando su dominio. Conozco a este hombre desde que eramos jovenes. Siempre ha sido muy fuerte, un extraordinario alpinista.Ahora, de cerca, el resalte somital parece más complicado de escalar, paramos a comer y beber algo, y es entonces cuando llegan a nuestros oídos unos ladridos, unos aullidos, y Pedro los descubre, son dos perros que están enriscados en mitad del pico, en un pequeño rellano. Irían persiguiendo algún sarrio y ahora no pueden bajar, morirán si no los sacamos de allí. Vale, de acuerdo. ¡Pero primero subimos a la cumbre eh!Hay huellas y meadas por todas partes, los perros han intentado encontrar un camino de bajada. ¡Vamos, cuanto antes, comienza a nevar! Cuando me acerco, los perros ladran e intentan escapar. ¡Cuidado, resbalar aquí sería mortal! Les damos pan y lo devoran, Pedro les da su bocadillo y se lo zampan en un instante. Están hambrientos y conseguímos atarlos con unos cordinos. Mientras tanto Pepe ha descubierto un corredor que parece más adecuado para el descenso y con Pedro van marcando la traza mientras yo, detrás, clavando con fuerza todos los hierros, tiro de los chuchos que gimen y se hacen sangre en las patas, pero poco a poco vamos haciendo que bajen lo más difícil, lo más empinado, y después el corredor va suavizando y desemboca en unas laderas ya sin peligro.Ahora los perros van más ligeros, más animados a pesar de que la niebla se cierra. Pedro, sin dudar un paso, encuentra el collado de la Magdalena que nos devolverá al Valle de Aísa.El dueño resulta ser un amigo del alcalde, los andaba buscando ya desde hace tres días. El hombre está agradecido.Todo termina con unas buenas cervezas en un bar de Jaca. Estamos los tres, amigos desde hace casi cuarenta años.Hemos compartido aventuras, escaladas, toda una vida haciendo lo que más nos gusta, subir montañas.Esta de hoy, pues la verdad, no ha sido gran cosa, ¡pero ostia, los dos chuchos lo tenían crudo eh!Bueno qué, ¿Otra ronda?
Jesús Vallés

1 comentario:

Alpebe dijo...

Esque no paras Samuel. Me alegro que todo acabara bien.
Recuerdos desde Polonia